Mirar arriba (para encontrar soluciones)

Los desafíos globales a los que nos enfrentamos actualmente requieren de soluciones también globales. Creatividad, innovación, mindfulness o, si prefieres, conciencia, y humanidad compartida, son elementos esenciales para superar estos retos

Un montaje de vídeo alterna imágenes de la película “No mires arriba” con una entrevista real en el programa “Good Morning Britain”. “Estamos yendo hacia una catástrofe climática”, dice la investigadora. “La ropa que llevas puesta —contesta el presentador— se debe en cierto modo al petróleo”. “Estamos hablando de que hay gente, ahora mismo, en situación de pobreza energética, y tú estás hablando de la ropa que llevo”, replica ella. Las imágenes reales se alternan con las de la película y, a decir verdad, son fácilmente intercambiables, como en un cocktail desquiciado.

En otro orden de cosas, una corresponsal en Ucrania describía, antes de que la guerra se extendiera a todo el país, cómo su capital seguía siendo una ciudad normal cuyos habitantes vivían inmersos en los placeres y cuitas habituales en cualquier núcleo urbano. Se sentía culpable al describir los horrores de la guerra, como si su voz quebrada viniera a distorsionar la paz de un lugar al que, se decía, nunca llegarían la muerte y destrucción indiscriminadas.

Los mineros del siglo pasado llevaban consigo un canario a modo de aviso de la presencia de gases tóxicos inodoros, pero letales. Los animalillos, más sensibles al aire envenenado, caían inconscientes y alertaban a los humanos, que salvaban su vida a costa, a menudo, de la de los alados.

Parece que otra forma de canarios, los centinelas que nos proporciona la misma vida, son cada día más grandes, más evidentes. Elefantes colosales plantados en el pasillo de la consciencia, a la vista de todos o, al menos, de muchos de nosotros.

Soluciones creativas, soluciones humanas

Fenómenos globales como el cambio climático y la amenaza de guerra a gran escala han sido provocados por el ser humano y esto tiene, paradójicamente, una contraparte positiva: la solución puede ser también humana.

Tendemos a deslizarnos hacia una de dos orillas, entre la exigencia de una solución que olvida que aquello que detestamos en el otro anida también en nuestro interior, y una indefensión aprendida disfrazada de cinismo que arroja cualquier impulso hacia la búsqueda de soluciones al fuego de la inacción.

Todo o nada, dos extremos poco fértiles que nos hacen olvidar que los grandes cambios están hechos de pequeños eslabones que engarzamos momento a momento, como la gota de agua que cae de la piedra caliza conformando, con los años, formaciones espeleológicas líquidas, viscosas, congeladas.

La red interconectada que nos mantiene unidos de manera virtual e inmediata hace necesario que el sentimiento de pertenencia al grupo sea también global. La creatividad humana es infinita y las soluciones surgirán, siempre y cuando exista investigación y el empeño, físico y material, de dar con ellas.

Humanidad compartida, cooperación y visión

Ahora bien: para ello, es necesario ampliar la perspectiva y ver al temible “otro” como lo que es, una parte más de una gran familia, una única tribu global que abarca, también, a todos los seres sintientes. Darnos cuenta de que transitamos el espacio a bordo de una sola nave y que, o cuidamos de todos, o no cuidamos de ninguno. Sin exclusión, sin diferencias.

Crisis como la que afrontamos son también ocasiones para redefinir nuestros valores, reorientar el rumbo hacia dónde queremos avanzar como sociedad y encontrar nuevas formas de alinear el bienestar propio con el de los demás.

Avalokiteshvara, la deidad buddhista de la compasión, era representada como el dios de las mil manos y los mil ojos, en un alarde de poder y omnisciencia. Nosotros, simples humanos, podemos sentir impotencia al ver todo lo que queda por hacer y, a la vez, el alcance limitado de nuestras manos, de nuestra obra más inmediata.

Sin embargo, olvidamos que nuestras manos son las de todos, y también nuestra mirada. Que la gran fortaleza del ser humano es, precisamente, su capacidad de cooperación y de aunar visiones desde la diversidad aparente, en pos de un horizonte hacia el que, juntos, avanzar.

Y que todos contamos con un cierto margen entre hacer aquello que demanda el momento presente y el rumbo, elegido y colectivo, hacia el que caminar.

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